Fecha: enero 13, 2021 - Autor: Damián Calleja
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Hay directores de cine tremendamente populares y conocidos que llenan las salas con su sola presencia en los carteles. Gente como Christopher Nolan, Steven Spielberg o Quentin Tarantino han logrado tanto éxito en sus carreras que ellos mismos son el reclamo de sus películas. La gente va a verlas sin siquiera saber de qué van o haber visto un tráiler. Hay que ir a verla última de Scorsese, porque ese nombre ya es sinónimo de calidad y buen cine. Su popularidad es tal que de hecho, casi todo el mundo les conoce, aunque muchos ni siquiera hayan visto alguna película suya, o se hayan limitado a ver su obra más famosa. Esa fama está más que merecida, pero tampoco hay que ceñirse a ella para alabar a esos directores como los mejores de su tiempo. Porque tal vez haya otros nombres más importantes que, por cualquier motivo, no son tan populares entre el gran público.

El de Akira Kurosawa es uno de ellos, un director absolutamente imprescindible para entender nuestro cine moderno, pero que para la mayoría es un gran desconocido. Claro que los amantes de las películas sí que saben quién es Kurosawa y seguramente hayan visto muchas de sus películas más célebres, pero hablamos ya a nivel de cultura general en una sociedad que cada vez parece prestar menos atención a la autoría, y se deja llevar más por los universos cinematográficos, donde puedes poner a cualquier persona a dirigir y casi no se va a notar la diferencia con otra. Kurosawa es uno de los directores más influyentes del siglo XX, y solo con conocer la opinión que tenían de él otros reyes del séptimo arte como Spielberg, Tarantino o George Lucas, uno se hace verdaderamente consciente de todo lo que el cineasta japonés consiguió.

Biografía de Akira Kurosawa

Nacido 23 de marzo de 1910 en Tokyo, Kurosawa pasó su infancia y adolescencia junto a sus padres y hermanos en una gran casa, perteneciente a una familia de clase media. Mostró interés temprano por el arte, especialmente el dibujo y el cine. Siendo apenas un crío, las primeras películas llegaron a Japón, y Akira se entusiasmó con todo el cine occidental que se programaba en algunos eventos especiales. La situación en Japón llevaba a la mayoría a renegar de aquellas películas, por considerarlas una mala influencia occidental. Akira, sin embargo, se mostraba encantado por poder disfrutar de esas películas y poco a poco fue creciendo en su interior el sueño de convertirse algún día en un cineasta.

El primer paso lo dio en 1936 cuando empezó a trabajar en una de las pocas productoras que había en Tokio, la que posteriormente sería reconocida como Toho, y en la que se estrenó como ayudante de dirección de Kajiro Yamamoto. En 1943 llegaría su primera gran oportunidad, dirigiendo su opera prima, La Leyenda del Gran Judo. Durante la posguerra en Japón, Kurosawa fue realizando diferentes películas, siempre con la censura del propio gobierno encima. Con Rashomon, en 1950, obtuvo su primer gran éxito a escala internacional y comenzó a llamar la atención. Luego vendrían otros grandes clásicos que lograron llevarle a destacar no solo en su país de origen, sino también en toda Europa y Estados Unidos, llegando a influir de manera bastante evidente en los nuevos cineastas que empezaban en los años 60 y 70.

Películas de Akira Kurosawa

Desde La Leyenda del Gran Judo hasta Todavía No, en 1993, Kurosawa dirigió un total de 30 filmes, a lo largo de cinco décadas, convirtiéndose en uno de los directores más longevos e importantes del cine japonés. Rashomon fue su primer gran éxito a nivel internacional, y seguramente Los Siete Samurais se haya convertido en su película más conocida, siendo alabada por la crítica y los cineastas que llegaron después, y la utilizaron incluso como base para sus propias historias. La Última Fortaleza es normalmente considerada como una de las influencias de George Lucas para crear La Guerra de las Galaxias. Yojimbo y El Gran Cazador son también ejemplos perfectos de la maestría con la que Kurosawa dominaba el séptimo arte, convertido en toda una leyenda ya en la década de los 70.

Características de su cine

Kurosawa creció viendo películas occidentales y no dudaba en aludir a ellas como su máxima inspiración, sobre todo en el plano técnico. El cineasta desarrolló luego su propia forma de entender el cine, con historias relacionadas con su país, de una manera muy directa o a veces no tanto, pero utilizando resortes de las películas americanas. Lo curioso es que posteriormente, buena parte del cine americano también se vio influenciado por las películas de Kurosawa. Su amor por la épica intimista, por las historias con personajes atormentados pero heroicos, y por su evidente gusto por los valores tradicionales japoneses como el honor y la valentía, contrastaban también con su posición frente al poder, que había sufrido en sus carnes al principio de su trayectoria.

Kurosawa desarrolló ya en los años 50 muchas características que marcarían su cine para siempre. Los planos generales, abiertos y enormes gracias a la utilización de teleobjetivos, así como el empleo de diferentes cámaras para grabar al mismo tiempo, algo no muy usual en el cine en aquellos tiempos, para recoger un mismo plano desde diferentes perspectivas. Su amor por la literatura también queda patente en las numerosas adaptaciones de textos clásicos que realizó, desde Shakespeare a Tolstoi pasando por tragedias clásicas como la de Esquilo. Su cine tiene ese punto de indudable condición artística, no solo por la fotografía o la historia, sino por todo el conjunto de lo que nos muestra.

Legado de Akira Kurosawa

Aunque Japón ha dado magníficos directores durante el siglo XX y los sigue dando actualmente, Kurosawa es considerado como el director más popular e influyente del país. Siendo muy reconocido fuera de sus fronteras, directores como Lucas, Spielberg, Tarantino o Sergio Leone le alabaron tanto en vida como después de su muerte, tomando incluso ideas de sus películas para levantar sus propios proyectos. De hecho, algunos de esos directores llegaron incluso a producir sus últimas películas, en los 80 y los 90, como muestra de la evidente devoción que sentían por el director japonés. Películas como Rashomon o Los Siete Samuráis sean convertido en auténticas obras maestras del cine y son muchos los que toman influencia de ellas para sus propios proyectos.